Casa Chavela
Esta fue la última residencia en dónde Chavela Vargas vivió desde el 2007 hasta su muerte en agosto del 2012. Antes conocida como “Quinta Monina” (Emma Teresa Ortiz) - así le decían1 a la casera y amiga de Chavela - fue propiedad de la familia Escobedo Ortiz desde 1972, la cual fueron construyendo y transformando conforme la familia fue creciendo.
Con el tiempo llegaron a rentar algunas partes de la propiedad, incluso “la Tucita” (María Eugenia Llamas) actriz mexicana que actuó junto a Pedro Infante, llegó a habitar el espacio y fue vecina de Chavela.
En el 2020 “Quinta Monina” pasó a manos de la familia Romero y comenzó su restauración con el fin de rescatar los elementos originales del espacio, aprovechando los materiales locales de la zona y sobre todo, no perdiendo la esencia que atrapó a Chavela, este hermoso paisaje que nos rodea permaneció intacto, la vegetación con más de 80 años fue la prioridad.
¿Quién es Chavela Vargas?
Chavela, María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, nació el 17 de abril de 1919 en San Joaquín de Flores, provincia de Heredia en Costa Rica. Sí, Chavela Vargas no era mexicana, pero ella siempre dijo: “Los mexicanos nacemos donde se nos da la chingada gana” y pocas personas a la fecha saben esto, pero fue en México donde pudo dedicarse, al paso de los años, a lo que más amó y soñó, la música. Llegó a México a los 17 años para lograr “cantar como cantan los mexicanos”.
Sus padres fueron Herminia Lizano y Francisco Vargas. Tuvo 3 hermanos Rodrigo, Álvaro, Ofelia y un cuarto que murió muy niño. Pero su familia fue todo menos eso, y una vez que sus padres se divorciaron todo se fragmentó aún más y aunque en un inicio Chavela y su hermana se fueron con su mamá a San José, al poco tiempo terminó en la finca cafetera de sus tíos, en donde su carácter comenzó a forjarse. Allí recolectaba café, naranjas, arreaba el ganado y tuvo todo menos paz ni felicidad. Le decían “La niña de las culebras” y fue aquí en dónde aprendió a usar la pistola para matarlas, y desde entonces ya portaba una, algo que fue muy característico de ella y de algunas de sus anécdotas. Su niñez no fue sencilla, siempre se supo diferente y la gente la trató mal por esa diferencia sexual a la cual describían como rareza. No era una niña convencional que gustara de jugar muñecas ni con niñas siquiera, ella prefería jugar a otras cosas como a la guerra o con piedras. “Nadie me abraza, nadie me toca siquiera. Como si les diera horror. Nadie me mira, ni una mirada franca. Esa es mi niñez. El vacío” Ser lesbiana no fue fácil y menos durante su infancia, fue “expulsada” de la iglesia por serlo y su padre se avergonzaba de ella como hija. Mucho después, su propia sobrina llegó a llamarla “lesbiana de mierda”… Hoy Chavela Vargas es un referente y un ícono de la disidencia sexual, precisamente por la convicción con la que siempre defendió su forma de ser. Ella así nació, así sintió, así amó.
México
Chavela llegó a la edad de 17 años a México, había vendido una gallina y un becerrito para juntar el dinero para el vuelo, deseando cantar y sólo ese deseo le bastó, aunque no le fue fácil perseguir este sueño. Le llegaron a decir (Tata Nacho, Ignacio Fernández Esperón- compositor de música popular mexicana): “canta usted tan feo, que ni se le ocurra cantar en ninguna parte” y aun así jamás se rindió. Llegó con su prima Clara a México, al poco tiempo de que el Palacio de Bellas Artes fuera inaugurado (29 septiembre 1934) y es interesante mencionarlo porque mucho tiempo después ella canta ahí para un público muy diferente al que le tocó en las cantinas y “pachangas” durante sus inicios. Chavela se volvió un referente de la música mexicana y cantó en uno de los recintos culturales más importantes de la ciudad. Chavela se ganó la vida de mil maneras al llegar, entre ellas con un negocio de cocina económica, una tiendita de ropa de niños, fue chofer de una familia rica, pero hasta entonces nada en relación con la música.
El declive
“Yo solita he bajado al infierno y yo solita debo encontrar la escalera para salir de él” Tanta fiesta y tequila terminaron por derrumbar a Chavela, fue en España, en el programa de José María Iñigo, que en su estado desbordado cantó tres veces La Llorona, no pudo con la vergüenza y decidió ausentarse del escenario. Cerca de quince años Chavela desapareció de tal forma que hasta por muerta la dieron. En algún concierto que dio Mercedes Sosa en México, dijo que quería llevarle flores al cementerio. “Me desaparecí de los escenarios y de todos lados. Pero antes me desaparecí de mi misma, ese fue el dolor mayor. No me encontraba, no estaba yo en ningún lado…”
Ahuatepec
“La magia del lugar es tanta y tan sutil que expulsa a las gentes que no son del agrado de los dioses” ¿Qué trajo a Chavela a Tepoztlán? Eran finales de 1970 y Chavela se encontraba bajo una economía apenas sostenible, el alcohol la había despojado de los éxitos pasados y de lo material que había ganado a lo largo de esos años, aunque en realidad no fue cosa que le importara ni en sus mejores momentos, nunca se aferró a lo material. En este período se sumergió en las profundidades de Ahuatepec, ubicado cerca de Tepoztlán, en donde forjó grandes amistades con los pobladores y en donde pasó muchos años “desaparecida”, a veces muy borracha. Tepoztlán fue su “infierno y su cielo” pues de ese paraje la atrapó su misticismo, para ella era un lugar mágico con noches llenas de estrellas en donde el poder y magia del Tepozteco fueron fundamentales para su “sanación”. Contaba esta anécdota del Tepozteco: “Dicen que llegaron allí unos hippies y que hacían abalorios y collares. A los vecinos no les gustaban aquellas gentes, pero hubo quien dijo. –No déjenlos; los dioses los rechazarán- Así fue: a las pocas semanas tuvieron vómitos y diarreas, y poco a poco todos abandonaron el lugar. Eso lo hace el Tepozteco”
Aún con todo lo que significó esta época de amargura, desastre absoluto y pérdida total, tomó la energía del Tepozteco. En esta época tocaba la guitarra en la cantina llamada “El Alacrán”, incluso junto con Lola Beltrán cantaban en el convento de Tepoztlán en misa, pero cuando le daba por beber no cantaba “ni aquí, ni allá”. En Tepoztlán se sintió muy querida por el apoyo otorgado de los personajes que fue conociendo a lo largo de estos años, generando grandes amistades que llegaron de inspiración para nuevas canciones, como la de “María Tepozteca”.
Anécdota: Era amiga de una tal Diana (Diana Ortega), incluso llegó a vivir con ella tiempo después y en uno de los cumpleaños de Chavela se subieron a una carreta con rosas rojas y se acostaron, dieron una vuelta por el parque muy divertidas, cantando, riendo y tomando. Terminaron en la casa de Diana y Chavela no podía dormir porque “estaba muy borracha” y hacía mucho calor, salió y Diana estaba desnuda bañándose bajo la luna, así lo narra Chavela, “ese momento debía ser una canción”. Diana fue uno de sus amores platónicos. En Tepoztlán también conoció a Paco Ignacio Taibo - el escritor- se había ido a vivir con su esposa e hijos, fueron vecinos y se hicieron buenos amigos. La conoció muy bien en esta época tan difícil. Le decía a Chavela que su único asunto era “buscar el amor apasionadamente, aventuras, amores…” Esta amistad inspiró a Paco, para que en sus novelas aparecieran personajes “chavelianos”, según le dijo a la misma Chavela.
Resurge la chamana
Los años en Tepoztlán fueron de aprendizaje, una época muy difícil para ella, sin embargo, un día de la noche a la mañana decidió dejar de beber y fumar. Marta, quien la cuidó por tanto tiempo no lo creyó, pero era verdad, Chavela dejaba de beber para renacer y volver a sus setenta y tantos años al escenario. Su regreso incluso fue en el cine, con el director Werner Herzog en la película El grito de piedra. Pero aún más importante, para ella, fue cuando Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe la invitaron a cantar a su cabaret El Habito cada viernes. Después de tantos años Chavela Vargas volvía, sin una copa encima, con su público. Ahora más que nunca los conciertos significaban para ella una ceremonia, el rito que obligaría a los espectadores a arrancarse el pecho y a indagar en su más profundo ser. Regresar al escenario trajo muchas cosas, entre ellas la visita de Manuel Arroyo, un español fanático de su música, pero no sólo eso, él le ofrecía irse a España, en donde prometía sería un éxito nuevamente. Y así fue, es en España en dónde, pese haber decidido desaparecer del escenario por su actuación en el programa de José María Iñigo, volvía con un público que no recordaba eso, por el contrario, parecía la estaban esperando ansiosos. Fue en Sala Caracol en donde Chavela reapareció para llenar el lugar, no cabía ni una persona más. Entre el público se encontraba otro aficionado, era Pedro Almodóvar, a quien Chavela no ubicaba, pero la admiración que Pedro tenía por su música era tal que le pidió fuera su presentador. Desde entonces se hicieron grandes amigos, amantes del alma de alguna manera, Chavela había descubierto a su “único amor en la tierra”. Pedro presentó a Chavela en París en el Olimpya, en Argentina, en Bellas Artes.
Quinta Monina
Sus últimos años los pasó aquí, Chavela llegó a principios del 2007, viviendo un poquito más de 5 años en este espacio, antes de esto vivió en casa de la actriz Blanca Sánchez, en Ahuatepec. Beatriz, una amiga de Chavela fue quien la presentó con Monina, que además de convertirse en su casera fue una gran amiga, tan es así que le permitió transformar el espacio conforme a sus deseos y así surge esta casa de cristal, en donde el cerro del tesoro la abrazaba, su amado Chalchitépetl y en donde quedan restos de la cantante.
El Chalchi
“El Chalchi , el cerro de la joya, hablo con él, es mi diálogo con la tierra” Para Chavela México y su antigua historia siempre fue de importancia, valoraba mucho las antiguas creencias, porque en ellas veía la verdad, de la cual siempre hablaba y decía buscar, pero sobre todo el conocimiento que sobre la naturaleza se podía tener a partir de estas creencias. Por ello, lugares como Tepoztlán y Zempoala, fueron de gran valor. “En Tepoztlán, en Zempoala o en Teotihuacán puedo sentir que los dioses están ahí abajo, percibo en las manos esa fuerza poderosa. “
Confío y creo en la sabiduría de los indios, de los chamanes; confío y creo en la sabiduría antigua, en los conocimientos milenarios de los que nadie hace caso: yo sé que curan, yo sé el poder que tiene la naturaleza y jamás me ha defraudado. Anécdota con Pedro Almodóvar: Pedro había ido a Tepoztlán a conocer al cerro Chalchitépetl, Chavela le había contado que “el cerro abriría sus puertas cuando llegara el próximo Apocalipsis y sólo se salvarían los que acertaran a entrar en su seno”
Restauración
La casa la adquiere la familia Escobedo en 1972, el terreno tenía algunos cimientos de una parte de la casa y de la alberca pero no mucho más, su construcción comenzó ya en forma en 1978 por el maestro “Chicho”, dentro de la propiedad había 3 casas más, la casa principal estaba dividida en dos, en un lado vivía Monina y en el otro Chavela.
La casa fue remodelada respetando la esencia que tenía, todos los materiales son locales y se agregaron 2 habitaciones a la casa principal siguiendo el diseño de los ya existentes. Los materiales de construcción son del mismo tipo que los originales, se agregaron algunos tragaluces sobre todo para iluminar todos los espacios de forma natural, además de agrandar las puertas y ventanas. Esto, porque desde que Chavela llegó a la quinta se le ocurrió que quería una casa de cristal y mandó cerrar la Terraza con ventanales de herrería y vidrio. Monina y Mario Ávila le ayudaron en su deseo.
Parte de la decoración que pueden observar son tejidos por artesanas, el material es ocoxal, producto final de un proyecto que tenemos con artesanas de Santo Domingo Ocotitlán, un pueblo de Tepoztlán. En 2019, se capacitó a un grupo de mujeres para trabajar la hoja del ocote, con el objetivo de crear fuentes de empleo en la región y fomentar la protección del bosque. Del lado izquierdo tenemos las habitaciones originales, remodeladas, pero manteniendo la esencia del lugar, la habitación nupcial fue la habitación de Chavela y el baño tiene una bañera hermosa del estilo de esa época, al fondo tenemos otra sala, esta fue la cocina de Chavela y muchas de sus entrevistas fueron aquí, el sillón es una réplica del que usaba Chavela al igual que el jorongo que vieron en la entrada.